Qué me opinan al respecto,
mainstream blogger
(...) Hoy, por ejemplo, Ana se durmió, y yo me quedé con ganas de escribir algo. Pero ni bien me senté en la máquina me di cuenta de que no había nada que se me ocurriera que quería decir. Entonces decidí ponerme a ver blogs. Pero no blogs amigos, de los que chequeo diariamente, y que difícilmente presentaran algo nuevo un sábado, sino blogs bookmarqueados (sabrán disculpar el neologismo, castellanizado además con el uso de la q) con sopor, pero que, de última, iban a ofrecer cosas para leer que no hubiera visto ya antes, en lugar de ver el blog de Luciano, el de Gugú, o algún otro que ya casi me sepa de memoria. Era buena la idea: quizá se me podía ocurrir algo que quisiera decir a partir de algo que vi en lo de otro, y de última al menos tenia con qué distraerme. Y si bien no puedo decir que realmente algo de lo que leí me haya inspirado, y que si bien me distraje tampoco fue para tanto, me quedó rondando una idea. La de que al mundo de los blogs le pasó lo peor que podía pasarle, a su vez inevitable en tanto que es una actividad tan conectada con el ego: de a poco, con valores difusos y medias tintas, se está formando el concepto de blog mainstream. Es una idea que todavía no termino de delinear, y en la que tampoco quiero explayarme demasiado ahora para no dejarme llevar por el desprecio que me generan ciertos personajes infames; pero que sí voy a plantear, al menos embrionariamente, y quizá, quién sabe, dando nombres (porque soy joven y rebelde y me cago en todo, no sé si se dieron cuenta).
Los blogs están buenos, su existencia como medio está buena, y tampoco es que pretenda que esto se censure o regule por medio de algún mecanismo antojadizo, pero la verdad es que hay cada pelotudo que tiene un blog. Y lo peor es que los que más pelotudos me parecieron son, principalmente, de escritores. Al carajo: el de Gustavo Nielsen y el de Daniel Link, me parecieron, sencillamente, tristísimos. No son los únicos, no, pero encarnan la onda del típico escritor ‘joven’ argentino. Por empezar, jóvenes una mierda; éste es el único país del mundo donde toda la camada de escritores jóvenes está en los cuarenta. Y hacen lo que en un país con este grado de cultura hacen los escritores jóvenes: no dejar lugar sin meterse, publicar sus libros, ir a lecturas, a talleres, juntarse a decir pavadas con sus pares, hacer su propio blog, como para que uno pueda ver ‘la cocina’ de sus escritos, cosa que sólo a ellos les interesa desde la voluntad de mostrarlo. Tirarse un pedo, y, por creerlo interesante, y por creer que nosotros lo encontramos interesante, contarnos qué rico huele; después de todo, no podemos comprobarlo (además de que, en primer lugar, nunca nos interesó). Basta de los blogs cuyo éxito para consigo mismos se mide en función de la cantidad de comments (en algunos casos ridículamente alta) de gente exactamente igual a los responsables de los respectivos blogs; cantidad que además viene fomentada por la participación y los comments, también excesivos, de sus propios autores, que además así demuestran que están constantemente pendientes de lo que opinan de ellos, y cómo les dicen lo grossos que son y cómo se enganchan con los temas que plantean, para que al final la cosa no se trate de lo que el post planteaba (o no planteaba, ya que son mucho más vacíos de lo que uno podría creer sabiendo que quien lo hace es ‘escritor’, término que ya de por sí significa poco y nada), sino de lustrarles el ego, de que cuando se vean al espejo se sientan más lindos, o menos ‘ya no tan jóvenes de lo que se supone que deberían ser’, porque traen en la cara la sonrisa de chequear cada media hora que otros nabos de su calibre reconocen su existencia y les dedican tiempo y palabras que no dicen nada, porque se reconocen el uno al otro porque son todos iguales, y así le dan cohesión a la idea de creerse la gran cosa (si le digo al que hace lo mismo que yo que es grosso, me puedo decir grosso a mí mismo sin culpa); basta de los blogs en los que todos los links son autorreferenciales. Nielsen sigue, a pesar de tener bastante más de cuarenta, usando bermudas y haciéndose el pendejo (lo conozco hace más de quince años, por más que ya no lo vea; tiene que ver con estar un poco ‘en la literatura’ como un affaire de familia), y Link, además de ser profesor en Letras, y escribir acá y allá, se cree opinólogo profesional y gran cosa (y no es la gran cosa, si lo fuera no necesitaría ser tan self-centered).
Hasta hace tipo dos semanas, acá mismo no había ni un puto comment, y reconozco que me molestaba. Pero ahora estoy conforme (totalmente) con tener un promedio de tres o cuatro comments por post nuevo, y que sean casi siempre de la misma gente (por supuesto bloggers, que por supuesto que no son mainstream, sino simplemente gente que usa el blog para aquello para lo que desde el principio se supone que sirve un blog). Lógico que si empezara a haber comentarios numerosos y piolas no me molestaría ni ahí, pero la idea está en el aporte. A eso, a lo contrario, lo que juzgo insano, me refería con el blog mainstream: pensar los comments como rating, los links (para colmo el tipo se llama Link, y en su blog hay entonces exclusivamente links a Link, una coincidencia / juego de palabras / paradoja para pensar mientras te comés un chori con chimi de parado) como propaganda institucional, los posts como cámaras ocultas de Tinelli, fórmulas gastadas de siempre lo mismo, sin ningún contenido, onda opino porque es MI blog, y tengo MI opinión, que ME parece importante y valiosa porque es MÍA, y que se extiende a cualquier cosa porque ME entero de todo y lo comento y lo opino a lo loco, y porque YO no puedo esperar a tener algo interesante que decir para postearlo, porque YO tengo que postear constantemente para sentir que ME entienden y ME aman. MI BLOG ES LO MÁS PORQUE YO SOY LO MÁS.
Y yo (yo) digo: el narcisismo guárdenselo para el face to face con el botiquín del baño.
Me pregunto: en un grupo de boludos, ser de élite ¿significa ser menos, o más boludo que los demás? Dios nos guarde de la respuesta.
Update posterior (aka qué boludo): me dejé llevar, y da la casualidad que justo los dos a los que nombré no tienen habilitados comments (sí otros blogs que responden a la misma tendencia mainstream). Sin embargo, tampoco estoy tan equivocado con ellos: Nielsen, en su último post a la fecha, dice haber recibido decenas de mails pidiéndole que vuelva a habilitar los comments, mientras que Link, si bien no tiene comments, ofrece suscripción a su página. El error está; pero el síntoma en ellos sigue siendo el mismo.