El otro día saqué de la Iglesia un librito de la homosexualidad que decía esto en la introducción:

El tema de la homosexualidad es delicado, complicado y de mucha controversia. Hablar de él es arriesgado porque puede ofender, confundir, incitar, enfurecer o simplemente alimentar prejuicios. Sin embargo, debemos ser sinceros al respecto y no evitar la búsqueda de una solución a este problema que afecta a muchas personas. Poniendo los prejuicios a un lado, deseamos brindar apoyo y comprensión para enfrentar este problema con realismo.

Consideramos que existe un rechazo social y discriminatorio hacia los homosexuales, y que muy pocas veces se hace un intento serio de comprender el drama silencioso y solitario de las personas que viven atormentadas por una tendencia distinta de la mayoría.

Existe mucha ignorancia en cuanto a la homosexualidad. Esta es la razón principal por la que una persona homosexual muchas veces es juzgada, condenada, marginada, ridiculizada y rechazada. Ante esta situación, la persona homosexual puede callar su problema y sufrir por temor al rechazo, o a darse a conocer y vivir abiertamente su homosexualidad. Sólo que en ambos casos, sufrirá las consecuencias y aumentará más aún su problema sexual y su soledad.

Por ello es necesario hablar del tema con franqueza. Hay hombres y mujeres atrapados en esta confusión sexual, que necesitan ayuda para salir de ello. Jesucristo ofrece a todos la posibilidad de ser una nueva persona y vivir en libertad.