let’s have bizarre celebrations *

Imagino que tener un hijo es la culminación de millones de deseos insatisfechos que en medio segundo desaparecen ante el estallido violento de certezas, ideas, ganas, seguridades, todas esparcidas en mil pedazos y desaparecidas o reordenadas en todos los lugares que nunca hubiéramos imaginado. Algo así como un acomodamiento asertivo de nuestras prioridades.

Claro que es una fantasía mía, pero imagino que tener un hijo debe calmar esa bola de fuego en las vísceras y sobre todo debe hacerte sentir que de todas las miles de cosas que soñaste con ser, ésta es en la que realmente acertaste.

Claro que es una fantasía mía, una idea un tanto romántica y simplista, pero es una roca de la que me agarro cuando fallo o dejo algo a medio camino.

Es fácil perderse dentro las peleas, sin embargo a veces sospecho que mi mamá fantaseaba con lo mismo que yo, y que en ese tornado violento de reordenamientos sus piezas no se acomodaron en armonía con sus ambiciones. Y esa roca de la que se abrasaba fuerte fuerte se hizo polvo en sus manos conmigo.